miércoles, febrero 03, 2010

Balcones Limeños

Uno de los otros atributos de Lima “Ciudad de los Virreyes”; fueron sus balcones. Aunque no se ha podido determinar con precisión, la fecha en que se empezaron a construir, algunos cronistas afirman que en 1555 ya existían; y desde entonces, muchos de los extranjeros que llegaban de visita a Lima, optaron por considerarla la “Ciudad de los Balcones”.

Estos tallados compartimientos, fueron mandados construir como complemento de sus mansiones, por nobles y personas adineradas que llegaron para radicar en épocas coloniales.

Generalmente fueron españoles, que traían preferencias por las construcciones árabes-moriscas, tan utilizadas en la Península Ibérica. El pintor e investigador Juan Manuel Ugarte Eléspuru, afirma que el uso de balcones proviene del Cercano Oriente, de Siria, Damasco y El Cairo. Desde allí habrían llegado al sur de España y luego hasta nosotros. Por otro lado, la historiadora alemana Barbara Dahlheimer, detalló que en la propia Andalucía no se encuentran tantos balcones del mismo tipo que predomina en Lima; a los cuales el poeta José Gálvez llamó: “El lazo de la mansión a la calle”.

Otros historiadores dicen que aquellos personajes, no eran muy adeptos a permitir que sus mujeres estuviesen caminando por las calles, por lo cual mandaban diseñar estos elegantes balcones, al igual que inmensas ventanas, para que aquellas damas, desde pequeñas bancas instaladas dentro, pudiesen apreciar cómodamente sentadas, el movimiento de la ciudad y sus habitantes, sin ser prácticamente vistas. Hay quienes piensan que igualmente servían para ocultarse y poder observar a sus galanes. Según Ricardo Palma, “...con un palmito y un donaire y un aquel capaces de tentar al mismísimo general de los padres belethmitas”; las limeñas inspiraron amoríos por doquier. Otros dicen, que eran lugar de reunión de viejas chismosas, con afán de urgar la vida ajena; pero fueron también lugares propicios para la tertulia, la intimidad, el goce del fresco despertar con el rocío matinal limeño y de plateadas noches de Luna llena.


La ostentación de quién tenía el mejor diseñado balcón, contribuyó a que la capacidad de los ebanistas de aquellas épocas se pusiera de manifiesto y casi nunca se podía encontrar uno igual al otro. Cada quien creaba un diseño diferente, una especie de distintivo, como sus escudos de armas. Su profusión fue tal que el padre Antonio de la Calancha, autor de “Crónicas Moralizadoras”, dijera alguna vez: “Son tantos y tan largos que parecen calles en el aire”.

Durante el Virreinato, el verde fue el color predominante. Muchos fueron decorados con cerámicas y mosaicos sevillanos. Los primeros balcones fueron construídos de celosías –una especie de enrejados de listoncillos de madera–, y con los años, igualmente los estilos fueron cambiando y en algún momento inclusive adquieren una influencia francesa. El bárroco logró su máxima expresión con el gran balcón tallado del palacio de Torre Tagle.


A pesar del tiempo transcurrido, los balcones limeños conservan aun su encanto; atributo que se ganó la admiración de muchos; entre ellos, el investigador italiano Bruno Roselli, quien expresó que: “Los balcones son para Lima lo que la Torre Eiffel es para París, la estatua de la Libertad para Nueva York y los leones de Trafalgar Square para Londres: un sello cargado de una importante unicidad.”

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