viernes, octubre 28, 2011

Chavin de huantar: centro administrativo y de culto

Cuando el cronista Vázquez de Espinoza visitó, en 1616, las ya por entonces las ruinas de chavín, los comarcanos le informaron que en remotos tiempos el monumento había sido un centro de culto y romería. Es por eso que concluye comparándole con Roma o Jerusalén. Del mismo modo, Tello insistía en su carácter sagrado, del templo, algo que nadie discute desde entonces.

Es probable que el sitio mismo donde se levanto Chavín fuese elegido cuidadosamente bajo estrictos criterios mágico-religiosos.
De otro modo habría sido erigido tal vez en otro lugar, acaso en algún valle comarcano más productivo que el del estrecho del Mosna donde se encuetra, aun considerado el aprovechamiento en secano de sus laderas. Esta elección de la locación del predio de Chavín, por mandatos de la magia, fue lo que también llevó a que el Cusco fuera construido entre los riachuelos del Tullumayu y Huatanay y no en el ubérrimo valle vecino del Urubamba-Vilcanota.

El ejercer el poder desde un monumento grandioso prestigiaba a la elite, dándole el poder necesario para el mejor cumplimiento de sus obligaciones: de velar por una producción de los alimentos que estuviera acorde al ritmo de aumento de la población. Deducimos lo expuesto en consideración a que aquello tuvo lugar también en el Incario, la ultima etapa de la larga trayectoria que acusa la civilización peruana antigua.

La administración de la producción agraria debía estar respaldada también por un ampuloso ritual, destinado a doblegar la voluntad de los padres sobrenaturales a favor de los hombres. Aquello era imprescindible, en razón de la intervención del mundo sobrenatural en los destinos de la producción de los alimentos. El Dios del Agua, del que dependían las lluvias benefactoras, como, por otro lado, también las catastróficas sequías destructoras por igual de las sementeras, era honrado en primerísimo lugar, puesto que se esperaba que la diosa Tierra o Pachamama fuera fecundada a tiempo y en su justa medida con el agua enviada por aquel ente divino.

El monumento de Chavín fue, por la magnitud de su construcción, una expresión engendrada por una sociedad nítidamente constituida, que juntas estaban encargadas de lograr que sus necesidades alimenticias pudieran ser satisfechas. El culto y los rituales que tenían lugar en Chavín no debieron tener carácter local, como lo demuestra la condición de centro de romería que le había correspondido representar en el pasado remoto.

El abandono de Chavín pudo haberlo provocado el desprestigio de la elite, al no haber podido cumplir satisfactoriamente con las obligaciones que les asignaba la sociedad, de velar por cosas se produjo luego de sobrevenir cambios climáticos drásticos producidos por el fenómeno de El Niño, imposibles de controlar ni mediante una administración eficiente ni con el recurso de acciones mágicas.

Resumiendo, Chavín debió de fungir de centro de la administración de la producción agraria, al mismo tiempo que de sede del culto y las ceremonias que debían propiciarla.



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