viernes, octubre 28, 2011

Catarata María Jiray, la joya desconocida de Conchucos


(Huari, región Ancash) Con motivo de promover el turismo y los deportes de aventura el XII Festival Ecoturístico Gran Chavín también realizó una exhibición de tirolesa (o tirolina) en la catarata María Jiray. Una imponente caída de agua que el naturalista Jim Bartle ha descrito como la joya desconocida de la zona de los Conchucos. Anímese a recorrerla en compañía de esta crónica sarcástica.

Una frase trata de intimidarnos pero más nos causa risa. “El que llega a Huari se queda o se va llorando”, advierte una placa en la Plaza de Armas del mismo distrito. El grupo de viajeros lanza carcajadas e ideas: “seguro te quedas porque te secuestran y te vas llorando porque te pegan si no quieres quedarte”. Bromas van, bromas vienen, al final la frase se salió con la suya: nos fuimos llorando.

Fuente fotografica: Infinite Adventures

Gastronomía felina
Nos fuimos llorando porque no puede ser posible que en Huari, distrito capital, una zona con mucho comercio solo haya un agente BCP, y para colmo esté cerrado la mayor parte del día en una fecha donde hay un festival de por medio y muchos visitantes con ganas de hacer compras en los mercados o consumir en sus restaurantes los platos típicos como el picante de cuy ¿alguien dijo gatito broaster?

Sí. El minino es un animal muy apreciado en Huari. Tanto así que en la Plaza de Armas han levantado piletas de agua con figuras de gatos juguetones. Por eso que no nos sorprenda cuando en nuestra mesa nos pongan pedazos de carnes crocantes que saborearemos hasta el huesito y luego, para digerir con ganas, nos muestren la cabeza del felino. A este plato típico de los huarinos se les conoce como “mishicanca” y se le exhibe en la fiesta patronal de la Virgen del Rosario (también llamada la Virgen Huarina) que se festeja el siete de octubre. Y si el antojo no quiere esperar hasta dicha fecha, puede buscarlo en los restaurantes.

Catarata seductora
Nos fuimos llorando porque después de tanto esfuerzo no pudimos practicar tirolesa en la catarata María Jiray. Emocionados nos enrumbamos en un ómnibus serrano, esos que tienen el chasis alto, porque el bus limeño que nos trasladó desde Lima se asustó con la irregular carretera, temiendo quedarse varado a la subida hacia la comunidad de Acopalca, que se ubica a la mitad de la ruta hacia la catarata. Una vez allí tenemos la opción de ir a pie o en auto pequeño, pero el bus serrano no se amilanó y llegó hasta la Central Hidroelectrica María Jiray, punto de ingreso a la catarata. Seis kilómetros de recorrido en total. Recorrido donde se aprecia el paisaje de Huari y Acolpaca: sus casas de adobe, sus coliseos de toros y sus plazas. Recorrido con sabor a menta que brota de los bosques de eucalipto que atravesamos.

Al cruzar la hidroeléctrica nos topamos con paneles donde hay dibujos de la flora y la fauna que se aprecian en la quebrada María Jiray. El río del mismo nombre está a nuestra derecha. Seguimos el camino demarcado. Vegetación y más vegetación. Hasta que en cierto tramo ya estamos en una zona boscosa. Cruzamos un par de puentes rústicos, puentes a base de troncos de eucalipto. Un paisaje que nos excita a fotografiarle.

Fuente fotografica: Infinite Adventures

A pesar de que el sol está en ángulo recto, seguimos avanzando. Subiendo. El sonido de la caída de agua rompe el silencio en la quebrada. Estamos muy cerca. Con las ansias de apreciar la catarata que mide más de trescientos metros de alto. Catarata María Jiray que arrastra sus aguas desde la laguna de Chonta, al pie de los nevados de la Cordillera Blanca. En esa catarata con nombre de mujer se está practicando tirolesa, deporte donde uno puede deslizarse por los aires sostenido por una polea y soga. Qué emocionante y refrescante sería “volar” muy cerca de la catarata y permitir que sus aguas nos bañen. Qué adrenalínico sería “volar” cerca de dos cuadras. Pero el tiempo nos juega en contra. Tenemos que retirarnos a la laguna de Purhuay. Sólo nos queda envidiar a esos afortunados que llegaron temprano y “volaron”.

Pero antes de despedirnos, nuevamente levantamos la mirada y nos complacemos con esa catarata tan alta que parece perderse por los cielos (y eso que el paisaje solo nos muestra ciento y tantos metros de altura). Tenía razón el naturalista Jim Bartle al calificarla como una joya. También tenía razón esa advertencia que leímos en la Plaza de Armas de Huari: “El que llega se queda o se va llorando”. Nos fuimos llorando. Pero prometemos regresar y ahora sí quedarnos por más tiempo.

KONCHUKOS VIVENCIA, CULTURA Y AVENTURA 04 Días / 03 Noches



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