jueves, marzo 04, 2010

Choquequirao, Segundo complejo arqueológico del Cusco

Choquequirao, la otra ciudad de piedra construida en la primera mitad del siglo XV, es importante por su significado histórico. Choquequirao fue centro religioso, político y social en la época incaica y se convirtió en un eje de intercambio cultural y económico entre la costa y la sierra. La ciudadela está ubicada a 3,033 m.s.n.m., en el distrito de Santa Teresa, provincia de La Convención, Cusco (límite con Apurímac) y ocupa 1810 Has.Según las crónicas posconquista, Choquequirao sirvió de refugio a los incas durante más de 40 años, desde 1536, durante la resistencia a los invasores españoles. Ahora, en pleno siglo XXI la lucha es contra la depredación.

"Biólogos, ecologistas y expertos señalan que el entorno de Choquequirao es uno de los más ricos en biodiversidad en la selva alta. Destruir este ambiente, como lo hicieron con Machu Picchu, sería otro crimen al ecosistema y a la humanidad", dice De La Piedra.

Como no existe un inventario, no se sabe cuántas especies de plantas y animales existen en Choquequirao. Los ya conocidos como el cóndor, halcón, trogón -ave parecida al quetzal-, oso de anteojos, algunos felinos e insectos podrían sufrir graves daños por la eventual tala de árboles o espantarse por los helicópteros si se construyera un helipuerto en su hábitat.


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Acueducto que trasladaba el agua del nevado Salcantay a la ciudad. Una hazaña de la ingeniería inca.

Pocos hallazgos han despertado tanto interés en los últimos años como Choquequirao (en quechua Chuqui K’iraw, “cuna de oro”). Estos restos arqueológicos han sido considerados tan importantes y extensos como los de Machu Picchu. Se sitúan sobre una amplia meseta andina en la provincia de La Convención, en pleno valle de Vilcabamba. Los arqueólogos presumen que se trata de una de las tantas ciudadelas perdidas en Vilcabamba, donde los incas se refugiaron a partir de 1536. Choquequirao es un extraordinario complejo que consta de nueve grupos arquitectónicos de piedra. Posee cientos de andenes, habitaciones y sistemas de riego. Gracias a la labor iniciada en 1993 por el Plan COPESCO y por el Instituto Nacional de Cultura del Cusco, el 30% del gigantesco complejo ha sido despejado y habilitado para el turismo nacional y extranjero.


Referencia histórica

La primera mención sobre Choquequirao, aparece gracias a la investigación sobre el pueblo de Cachora, realizada por el historiador Cosme Bueno en 1768. Aunque recién en el siglo XIX fue dado a conocer por los franceses Eugene de Santiges (1834) y Leónce Angrand (1847). El sitio cayó luego en el olvido hasta que en 1911, Hiram Bingham, acompañado por los pobladores, visitó el lugar y llamó la atención sobre su importancia. Los trabajos de limpieza y excavación se iniciaron en la década del setenta.
El complejo arqueológico

Choquequirao se compone de nueve sectores, entre los que destacan el centro político religioso, el sistema de fuentes y canales con acueductos, y el grupo de las portadas. Es preciso recalcar el carácter religioso de este complejo. La arquitectura se encuentra distribuida alrededor de una explanada o plaza principal, y se complementa por un muy bien conservado sistema de andenería agrícola. Los restos arqueológicos se distribuyen en la parte descendente del cerro Choquequirao y se agrupan a manera de pequeños barrios, un tanto separados entre sí, siguiendo un probable criterio de función y rango social.

El sector residencial y las andenerías

La zona residencial se encuentra en la parte descendente, mientras que los flancos de las montañas contienen las andenerías de cultivo. Algunas de ellas tuvieron canales de riego y fueron usadas de manera permanente, mientras otras fueron, al parecer, temporales.
El sector ceremonial

La zona ceremonial se encuentra en la parte denominada Plaza Principal, mientras que en la parte alta destaca una serie de sofisticados edificios.

Ubicación estratégica

Choquequirao fue, al parecer, un enclave económico conectado con la selva y con ciudadelas importantes como Machu Picchu y Písac. Posee una extraordinaria vista hacia la vertiente de Río Blanco y del Cañón del Apurímac. A lo lejos, se divisa el fabuloso nevado Salcantay.
Ubicación

El complejo está situado en una zona de montaña baja o ceja de selva, al noroeste del cañón del Apurímac. Alberga una ecología particular, que se caracteriza por la abundante vegetación. El clima cálido -propio de la zona- se alterna con temperaturas frías, lo cual contribuye a la diversidad de flora y fauna. Estas condiciones geográficas fueron aprovechadas de manera prodigiosa por los incas.
Investigación

Antes de la intervención de COPESCO, las ruinas se encontraban cubiertas por una densa vegetación de árboles y pequeños arbustos de diversas especies, que escondían las construcciones. La investigación arqueológica en Choquequirao, se ha orientado fundamentalmente hacia la implementación de excavaciones sistemáticas, que constituyen el primer paso para acercarnos a la historia del lugar. Pero al mismo tiempo, existe el interés de dar a conocer el lugar y habilitarlo para expediciones turísticas.
Cómo llegar

El viaje hasta Choquequirao es largo y extenuante, pero ciertamente inolvidable. Se parte del Cusco por la carretera que va a Abancay (B2). En el kilómetro 154 debe tomarse el desvío hasta la localidad de Cachora (B1), último pueblo antes de llegar hasta el complejo arqueológico. Desde allí se va a caballo o a pie. En Cachora se pueden contratar los servicios de Seferina y Celestino Peña, guías locales que disponen de caballos para llevar la carga. El camino ha sido recientemente ampliado y arreglado. Transitar por él, es ahora más cómodo y seguro. Llegar a Choquequirao (B1) requiere de una buena condición física y del equipo adecuado. Partiendo de Cachora (2,900 m.s.n.m.) es necesario bajar hasta el río Apurímac (1,530 m.s.n.m.) para acampar. El segundo día se sube hasta los 3,085 m.s.n.m. de altitud, donde se ubica el complejo. Para regresar, se utiliza el mismo camino.

Las jornadas tienen una duración promedio de cinco a seis horas cada día. Los fuertes desniveles en la ruta, así como la dramática variación de los climas a lo largo del recorrido, lo convierten en un viaje exigente pero muy bien recompensado

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