lunes, enero 29, 2007

Perros peruanos sin pelo viven a salvo en viejas ruinas

Reuters, Publicado por La Jornada

Lima. Con sus ojos brillando de alegría, debajo de sus pelos amarillos estilo mohicano y su cola moviéndose, Josh, un perro peruano sin pelo, sale para dar la bienvenida a los turistas que llegan a la Huaca Pucllana de Lima.
Del tamaño de un pointer inglés, Josh y sus parientes no son perros de guardia, más bien son resguardados detrás de las paredes de este y otros monumentos históricos de la costa peruana, paraje habitual de estos perros de caza por más de 3 mil años.
Son parte del escenario histórico, sin embargo, esta raza canina casi pasa a la historia hace algunos años atrás.
"Ahora podemos decir que están a salvo, salvados por este proyecto, pero hace algunos años atrás, el perro peruano sin pelo estaba bajo amenaza de extinción en Perú", dijo Pedro Vargas.
Vargas es coordinador del proyecto arqueológico Huaca Pucllana, una excavación de un antiguo templo de la civilización Lima que data del año 500 de la era actual.
La raza normalmente tiene pelos en la cabeza, parecidos a los de un indio mohicano, y en la cola como una brocha, pero el resto de su piel está desnuda, es oscura y muy caliente. Su historia es larga y bastante triste, especialmente después de la conquista española en 1532.
Las civilizaciones nativas pre Incas usaron a los perros para cacería y como mascotas. Ellos están representados en objetos de cerámica de las culturas Chimú, Moche y Chancay encontradas en la costa.
En ocasiones fueron momificados y enterrados junto con las personas para ayudarlas a encontrar su camino en el mundo de los muertos o para seguir sirviendo a sus dueños en la otra vida, según la tradición.
Los españoles trajeron enormes perros de guerra para combatir a los nativos y a menudo se divertían enfrentando a uno de sus canes con una manada de la pequeña raza local.
"Hay reportes que cuentan que (un perro español) podía desgarrar en pedazos fácilmente a cuatro o cinco perros sin pelo", contó Vargas mientras acariciaba a Josh.
Por siglos, dejaron de ser mascotas y vagaron por la costa alimentándose de moluscos, siendo cazados por la gente, a menudo por diversión o por sus pieles que, se creía, eran útiles contra la artritis y usadas como bolsas térmicas debido al mito popular de que pueden conservar el calor.

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